40. Conectividad

Ciudad
Ciudad © Antonio Juárez, 2020

El ingeniero, pintor, matemático y poeta francés Robert Le Ricolais (1894-1977) se asoma al mundo con la conmoción dolorosa propia de la idea griega de ‘pathos’. Siente dolorosamente el drama de una sed impaciente de saber y, a la vez, constatar un mundo esquivo, que se repliega enigmáticamente ante nuestros sentidos, ante la extensión del arte, la escasez del tiempo y la precariedad de nuestra experiencia.  Paradójicamente, la fatalidad de no encontrarnos nunca preparados ante la escalofriante experiencia de un universo ante el que no estamos familiarizados no es obstáculo para proponer con lucidez la naturaleza de los problemas sobre el espacio y sobre lo construido.

Sorprende cómo un concepto tan contemporáneo como el de conectividad (basta pensar en el principio que preside la expresión World Wide Web) y la aplicación de la topología a los problemas de la forma adquiere en el ingeniero francés una dimensión medular. La idea de forma basada en la organización de las conexiones y los aspectos topológicos preside para él tanto las formas naturales como la organización de la materia y, de este modo, es aplicable de manera directa a la arquitectura y la ciudad. La generalidad de la topología, al abstraer de la realidad, geométrica y matemáticamente, las cualidades de continuidad y discontinuidad, conexión y desconexión, sintetiza los problemas formales en un altísimo grado. En los materiales la topología atiende a la organización geométrica de las unidades de su sistema cristalino y a la manera en la que éstas llenan o no el espacio; es decir, si la totalidad de su extensión puede generarse desde sus unidades geométricas elementales, y si esas células geométricas pueden organizarse sin dejar huecos entre ellas (‘close-pack geometries’).

Si las piezas de un conjunto están conectadas a una red de modo similar a como ocurre con las piezas de un circuito podemos decir que el conjunto está organizado en base a lo que ha venido a llamarse ‘megaforma’ o ‘infraestructura’. Esta idea preside buena parte del proyecto arquitectónico contemporáneo. [*]

Una breve historia de estos conceptos se puede rastrear con facilidad. Fumuhiko Maki desarrollaba sus ideas en torno a la ‘megaforma’ en su escrito “Investigations in Collective Form” de 1964 y una década después Alison y Peter Smithson propusieron una lectura de la historia de la arquitectura desde la idea del mat-building. La exposición del MOMA de Nueva York en 1990 “Information Art – The Diagraming of Microchips” había supuesto un acontecimiento para el mundo de la arquitectura, que más tarde desarrollaría Toyo Ito en “Un jardín de microchips. La imagen de la arquitectura en la era eletrónica” en 1993. Más tarde Stan Alen desarrollaba “Field Conditions” en 1996, y Greg Lynn Folding in Architecture (1995) y “Archaeology of the digital” en 2013.

Le Ricolais aborda el problema de la forma desde la idea de estructura, y estudia los modelos naturales y construidos como propuestas espaciales. Las estructuras y la biología se convierten en un modelo con el que contrastar su mirada matemática y artística. Le Ricolais afirma, que tanto la arquitectura como la ciudad deben considerarse con una mente topológica, pues tanto la estructura interna, microscópica, de la materia como su escala macroscópica, pueden entenderse como una resultante de las fuerzas físicas y de los requerimientos matemáticos de ocupación del espacio.

La potente sugerencia de Le Ricolais en este texto de 1973 recoge su trabajo a lo largo de casi cuarenta años. Un singular potencial imaginario se despliega desde su provocadora afirmación de que la tridimensionalidad espacial está ya implícita en el entendimiento ancestral del símbolo de la cruz y de los puntos cardinales. De esta manera, lo que parece ser una conquista de la arquitectura y el arte del siglo XX adquiere un grosor considerablemente mayor pues se retrotrae a lo esencial de los problemas de la forma que tienen naturaleza topológica. Es importante señalar que Le Ricolais desarrolla las ideas sobre el espacio trazadas por Cyril Stanley Smith, que explica la naturaleza íntima de la materia desde la topología y la geometría abstracta. Entiende la estructura de la materia, microscópica y macroscópicamente, como una resultante de las fuerzas físicas y de los requerimientos matemáticos de ocupación del espacio. Fue precisamente Cyril Smith quien afirmó una frase deslumbrante: “¿cómo la arquitectura, cuya función es establecer las conexiones, podría ignorar la Topología, ciencia de la conectividad?”. A partir de esta idea Le Ricolais desarrolla su propia reflexión sobre la arquitectura y la topología.

El texto que se presenta, entrecortado y separado en secciones a modo casi de aforismos, nos asoma a la provocadora y desgarrada pasión por conocer y cuestionarse de Robert Le Ricolais. Él se reconoce a sí mismo más como poeta y pintor que como ingeniero. De ahí la naturaleza paradójica de su pensamiento, que escapa a la linealidad y se distancia de cualquier intento puramente matemático de resolución a los problemas de una ecuación:

“Por extraño que parezca, a pesar de la diversidad de nuestra búsqueda y de la variedad de sus objetos, nuestra preocupación esencial ha sido en alguna forma la de hacer agujeros. Volver a marcar las diversas etapas de nuestra búsqueda sería fastidioso, sea solamente mencionando un principio a primera vista paradójico pero que me es querido, y que es el de la contradicción, en virtud del cual el contrario del principio invocado es también aceptable. Me pongo aquí, bien entendido en el punto de vista experimental, y no en el axiomático que no es de mi incumbencia. Así, después del estudio de sistemas comprimidos, llegaría a ser fascinante explorar los sistemas tensionados, en virtud del principio, volviendo a lo del vestido agujereado, los agujeros persisten, esta conservación de los agujeros es el problema esencial”.

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“Conviene hacer un acto de fe en los criterios de orden; puede ser también que debamos distinguir lo mensurable que se traduce en cifras, y lo no mensurable que concierne a la forma y se refiere al dominio de la topología combinatoria”.

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“¿Cómo la arquitectura cuya función es establecer las conexiones podría ignorar la Topología, ciencia de la conexión? La parte por sacar de una ciencia basada en el número y que quiere ignorar la cifra, no es inmediatamente evidente, será preciso expiar el privilegio del conocimiento mediante un largo y minucioso trabajo”.

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“Más que por las posibilidades de los materiales o las técnicas, la arquitectura de mañana deberá familiarizarse con las doctrinas, a menudo abstractas, como las del espacio y el movimiento dominadas por las nociones de contigüidad y continuidad”.

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“Lo esencial de la forma escapa a la noción de medida”. […] 

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“A la cifra le sucede el número y el arte de la combinatoria de las disposiciones. Sólo una disciplina abstracta como la topología permite abstraer elementalmente, porque su punto de partida liga los tres elementos fundamentales de la noción de espacio: el punto, la línea y la región. Los problemas de forma exigen una gran vivacidad de espíritu, todo sistema o todo principio sistemático conduce fatalmente a una anquilosis”.

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“El lado seductor de la topología es su generalidad, y su erosión grandiosa del detalle; el arte de las conexiones se extiende no solamente a las fuerzas que solicitan las estructuras, sino también a las estructuras de las circulaciones, problema esencial de la vida urbana”.

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“Dirigiéndome más especialmente a los jóvenes arquitectos, yo querría ponerles en guardia contra el peligro de una estética de base geométrica. Existe en las configuraciones geométricas repetitivas una maliciosa hermosura, hecha de la riqueza y de la complejidad de las simetrías de donde resultan a menudo simplicidad y economía. Pero sería un error pensar que las limitaciones siguen dócilmente estos encantamientos y que a una división de espacio debe necesariamente corresponder una división de esfuerzos. Es allí donde interviene el parámetro de la forma para dar vida a las mallas”.

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“Es preciso considerar la malla repetitiva como una clase de tejido donde debe intervenir el arte del sastre, ajustando éste a la talla y al oficio del vestido. La cruz es sin duda el símbolo más poderoso del universo cristiano. Su origen como el de los cuatro puntos cardinales, es antropomórfico. Para darle un sentido cósmico, es preciso añadirle dos ramas, lo que había realizado el símbolo judaico del octaedro, cuya proyección plana da el sello de Salomón”.

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“Ha sido justamente observado que la naturaleza misma de los objetos que consideramos importa menos que su disposición. Fuera de toda analogía poética, las formas, las sustancias, la vida misma, no son sino el resultado de esas disposiciones. Se podría sostener que el arte de las estructuras ha dado un salto cuando ha sido advertido (y esto se remonta a un periodo relativamente reciente), que las condiciones de los límites (apoyos, empotramientos, rótulas, etc.) no determinan la categoría y las dimensiones de las estructuras sino para una clase limitada de éstas”.

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“Este diálogo si se me permite expresarlo así, entre la geometría limitada y la ilimitada, ha sido ciertamente una fuente de gran progreso; como ha sido observado con una gran perspicacia por Tobias Dantzig, si la intención de Euclides no hubiera producido el postulado que se sabe, ninguna ciencia deductiva y predicativa no habría podido ser construida, y la geometría no sería sino un fárrago enunciativo que nosotros encontramos en las ciencias naturales”.

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“Por un rodeo, bastante familiar a todos los que practican la investigación científica, se encuentra justamente que la observación de estas condiciones de los límites puede conducir a una clave que abre un dominio importante del misterio de la forma”.

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“La naturaleza se expresa en los organismos tridimensionales desde hace 600 millones de años y sólo desde hace algunas décadas nosotros hablamos de sistemas de tres dimensiones”.

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“Para dirigir a la naturaleza es preciso, en principio, obedecerla, lo que no quiere decir imitarla”.

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“Una tendencia nueva, probablemente de origen abstracto o matemático, quiere hacernos considerar la forma como una pura geometría de ocupación del espacio, sustituyendo así las impresiones sensoriales imprecisas por una noción más valedera de organización o de disposición y en ciertos casos particulares de medida”.

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“No ha sido perfeccionando la vela, dijo el arquitecto M. Lodes, como se ha sido descubierto el alumbrado eléctrico. Sucede a menudo que el resultado de investigaciones teóricas excede al perfeccionamiento de los detalles”. [**]

 

[*] “Un entendimiento infraestructural del proyecto”, Fernando Rodríguez Ramírez, 2016.

[**] Robert Le Ricolais, 1973. Selección de textos y traducción de Antonio Juárez Chicote.